A quienes llegan en condición de refugio no se les brinda terapia de contención Por Andrés A. Solis* Estado de México/VdM, 31 de marzo La semana anterior reflexionaba sobre las omisiones en que han incurrido los gobiernos, federal y estatales en brindar refugio a periodistas y personas defensoras de derechos humanos por un mal diseño, tanto de las leyes de protección, como de los mecanismos que se han creado en consecuencia. Los refugios no funcionan porque se pensaron sólo para resguardar a las personas que se encuentran en riesgo y se convierten en una suerte de aislamiento involuntario y hasta en una forma de arraigo obligado. Llevar a una persona en peligro a un cuarto de hotel o a un departamento rentado y sólo llevarle una despensa cada mes, no es suficiente. Periodistas que enfrentan desplazamiento forzado sufren por tener que dejar sus lugares de origen y su trabajo; por tener que desapegarse de su realidad y enfrentar un entorno casi siempre desconocido y sin redes de