Somos el fruto de una mezcla entre las creencias indígenas y el sincretismo religioso y cultural europeo.
Navojoa/VdM, 13 de julio
El Museo Regional del Mayo tendrá así objetos muy
representativos de la región, que demuestran como fue el sincretismo religioso,
la cultura y religión europea traída por los jesuitas, mezclada con las
creencias de nuestros nativos americanos, en este caso los mayos del estado de Sonora.
El Museo Regional del Mayo contara así con prendas que por sí
solas explican parte de la historia de la región del mayo, a partir de la
llegada de los primeros españoles, fecha en que empezó la historia escrita.
Fue el religioso de la Compañía de Jesús, Pedro Méndez, a
quien le debemos el inicio del registro de los acontecimientos posteriores a su
llegada al Río Mayo, encausando al cristianismo a los nativos por medio del
bautizo, y bautizando no sólo a su gente, sino también a los pueblos donde
habitaban.
Según el “Chuculi Cualim” (faldas negras), bautizó a los ocho
pueblos mayos, como era costumbre, poniéndole el nombre de lo más
representativo que miro en su primera visita. Así, en el primer pueblo situado
en la parte alta de la nación Mayo, vio a un indígena meciéndose en una hamaca
y le puso “Maco Yowa”, hoy Macoyahui.
Más a la costa, encontró otra poblada congregación en la cual
un cuervo tenía nido en un cardón o echo, le dijeron “Conni Karit” (Casa de Cuervo),
bautizando así al segundo pueblo mayo. Conicárit, quedó sepultado bajo las
aguas de la presa del Mocúzarit, la cual lleva el nombre del nuevo asentamiento
a donde se mudó su población. Ahorita que el embalse está vacío se observan aun
los restos de Conicárit, entre ellos la iglesia.
La sequía que estamos viviendo actualmente nos permite
recordar la historia de los ocho pueblos mayos. Ya mencionamos que gracias a
ella se puede ver lo que fue el segundo pueblo mayo.
También se presentó una sequía similar a la actual, lo escribió
el misionero. Llegando al tercer pueblo, rumbo a la costa, vio una milpa de maíz
que por falta de humedad no había logrado ni espigar, preguntando a través de un
intérprete del Fuerte de Montesclaros, sobre lo que había pasado, los nativos
contestaron “Ka Moa” (no espigó, no brotó). Ese pueblo es el que, debido a esa
respuesta, conocemos hoy como Camoa, el tercer pueblo mayo. Y fíjese esto es contrario
a un pueblo del Río Fuerte: Bamoa (donde brota el agua.
El siguiente pueblo que fundó el jesuita Pedro Méndez fue Tesia.
Más a la costa, vio muchas casitas en un pueblo muy grande. Eras casitas que
estaban entre los nopales, a la que le llamó “Navo Jowa”, la actual hoy Navojoa,
un lugar situado en lo que hoy es Pueblo Viejo.
En donde hace recoveco el Río Mayo, le llamó “Corimpo”,
situado en lo que hoy llamamos El Recodo; su viejo panteón de Cohuirimpo habla
por sí solo.
Después encontró otro pueblo entre echos, hoy Etchojoa. Como
todo religioso, en el último pueblo encontró una tuna en forma de cruz al que
llamo Santa Cruz, lo que hoy conocemos como Huatabampo.
La colección de armas y objetos prehispánicos con que cuenta
el museo fueron recolectados por nosotros, alumnos de la Escuela Primaria de San
Bernardo. Recuerdo hasta el sitio donde encontré algunas piezas y que identifiqué.
Si Dios me presta vida, al cumplir 100 años Navojoa donaré una colección
particular de 100 piezas. Una por cada año de vida de Navojoa. Lean la Visión
de los Vencidos del historiador Miguel León Portillo.
*E-mail: ingenieroemilio@hotmail.com
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