Tuvieron que pasar años para finalmente ver esto
Por Emilio Borbón Willis
Navojoa/VdM, 22 de octubre
Disculpen pero en esta ocasión no tocaré temas de agricultura, ni de ecología.
Tampoco de la Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH), Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) o de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), mucho menos de la corrupción lacerante en los módulos y los distritos de riego del país.
En esta ocasión narraré mi trayectoria en el deporte. Habrá casos casi increíbles, pero señaló quien puede atestiguar lo que a continuación escribo.
Les diré que en mi pueblo: San Bernardo y en el municipio de Álamos, en mis tres últimos años de primaria no hubo un alumno que me ganara una carrera. Y esto lo puede atestiguar el entonces comisionado del Deporte Municipal, Prof. Enrique Ibarra, un gran amigo y excelente maestro. Sin embargo, estaba lejos aún el día en que el sapo comió pitaya.
Nos mudamos a Navojoa con el fin de buscar mejores oportunidades. Perdí mucho tiempo en jugar béisbol (mi deporte favorito). Trabajaba como cobrador los sábados y domingos, que es cuando las ligas de beisbol tienen actividad.
Fue hasta que ingresé a laborar a la SRH cuando tuve la oportunidad de ingresar a la Liga Municipal, en la Segunda Fuerza. Pero estaba muy lejos el día en que el sapo comió pitaya.
Jugué varios años en la Segunda Fuerza, pero también en la Primera, no con la dependencia en la que laboraba, pero sí en otros equipos de béisbol, como el de Telmex, la Superior y en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El equipo de la SRH estaba plagado de estrellas. A criterio del manager, el Ing. Minjares, no tenía yo el nivel para jugar con nuestro equipo, y tenía razón. Pero en donde sí la hacía era en softbol, ya que participé por siete años en los Juegos Intersecretariales. Fui, incluso, el primer bate del equipo Navojoa. Mismos años que le abrí con hit al mismo pitcher, también de Hermosillo, y siempre fue con toque con bola.
Lo más destacado fue siempre a la primera pichada, y esto lo pueden confirmar los ingenieros Ariyoshi y Menchada. Pero el día en que el sapo comió pitaya estaba aún lejos.
Jugué después con el equipo de mis amores: Los Poros del Itson. Allí yo ocupaba el jardín derecho. El central lo jugaba el gran "Cochito Cruz" papá, que posteriormente jugaba con Los Mayos, equipo desde donde promocionaba el deporte en las escuelas, llegando a la Escuela Técnica Agropecuaria 45 de San Ignacio con el gusto de verme como maestro, dándome un abrazo y diciéndole a mis alumnos que yo era mejor que él, una mentira piadosa, desde luego. Estaba, pues, muy lejos el día que el sapo comió pitaya.
Y llegó pues el día en que el sapo comió pitaya. El domingo 17 de octubre se enfrentaron el equipo de Sapochopo contra Aquichopo (en este último pueblo tengo mi campito). Estaba regando yo mis plantas y viendo el juego - la cerca de mi propiedad sirve de barda al estadio-.
Mi oído de filder me dijo que el sonido que escuché era un batazo, era jonrón. Saque la pala de la tierra, incluso hasta me di el tiempo de quitarle el lodo. Localicé el lugar exacto. Me coloqué en posición de bateador y les regresé el jonrón de un palazo. Ese día el sapo comió pitaya, ya que Sapochopo le puso una paliza al Aquichopo.
Como en las Grandes Ligas, cuando el contrario pega jonrón se devuelve la pelota en señal de protesta. Aquí fue muy especial: se regresó de un palazo de un regador, de un beisbolista retirado que siempre "fildeó el oído". Y aquí quedó comprobado .
Como dato aclaratoria: Sapochopo en lengua mayo significa "Sapo en la loma", y Aquichopo es "Pitaya en la loma".
*E-mail: ingenieroemilio@hotmail.com
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