Pasajes de la historia y algunas vivencias personales
Por Emilio Borbón Willis
Navojoa/VdM, 09 de marzo
La muerte de Madero, autentico y legal presidente de México,
ocurrida el 22 de febrero de 1913, fue planeada en la embajada de Estados
Unidos en el país, por su embajador y algunos interesados en derrocar a Madero
y al vicepresidente Pino Suarez, entre ellos, desde luego, Victoriano Huerta,
en quien Madero había depositado toda su confianza, a pesar de las advertencias
hasta de su propia familia de que no era de fiar.
Le decían que le diera el mando de las armas al general Felipe
Ángeles no a Huerta. Madero no entendió y puso a la iglesia en manos de Lutero.
No sólo le costó la presidencia sino también la vida. Lo que es peor, los
cientos de miles de vidas y bienes perdidos posteriormente.
Sólo habían pasado quince días cuando los simpatizantes del
usurpador Victoriano Huerta asesinaron en Chihuahua a Abraham González, a quien
le quitaron la vida un 7 de marzo de 1913.
El gobierno de Chihuahua, queriendo honrar a los mártires de
la Revolución, y aprovechando que acuñaba sus propias monedas, imprimió una
serie de billetes -hoy muy valiosos como objeto de colección-.
Eran billetes de gran tamaño, de más del doble de los
actuales. Se conocieron en su tiempo, como los billetes de “las dos caritas”, ya
que el lado izquierdo la cara del mártir de la democracia – Madero- y al lado
derecho algunos de los muchos personajes que perdieron la vida apoyándolo y a
la Revolución Mexicana.
No sólo Chihuahua adoptó esta distinción en la moneda, ya que
también otros estados lo hicieron. Se imprimían billetes de un peso, cinco, diez,
veinte, cincuenta pesos, etc.
A finales de la década de los 60´s, siendo yo muy niño, trabajaba
de mandadero con una familia originaria de Arechuyvo, Chihuahua, y que llegó a
mi pueblo con el fin de instalar un negocio de abarrotes, traía consigo todos
sus ahorros. Eran cartones de bilimbiques (llámese así a los billetes de Chihuahua,
emitidos durante el movimiento revolucionario de 1913 a 1916)) con las imágenes
de los revolucionarios ya señalados.
Cierto día que ya había yo terminado de llenar los depósitos
de agua, la cual transportada en un burro desde el arroyo, ya que aún no había
agua potable, ni luz, en mi pueblo: San Bernardo, en Álamos, me dijo el primer
secuestrado de Sonora, José H. Sáenz: “Mijito, en mi cuarto están tres cartones
de cigarros. Uno está lleno de discos, y los otros dos de billetes que ya no
valen. Tíralos o quémalos, sólo están ocupando campo”.
Tanto los discos, como ese dinero, son actualmente muy
valiosos. Por esa razón digo que la ignorancia te impide siempre ser millonario.
Lo he comprendido demasiado tarde ya que cumplí la orden, tal y como me lo
ordenaron.
Pude haberme quedado con esa gran riqueza futura, llevándomelos
a mi casa, guardándolos como objeto de colección. Lo peor que no podía decir “otra
que se me va por falta de billetes”, los quemé como lo hizo el colombiano Pablo
Escobar Gaviria escondido en una cueva. Éste quemó billetes de 100 dólares para
dar calor a su familia.
Así es la vida de los billetes: a veces te sirven al
quemarlos, a veces no te sirven de nada al conocerlos. Queriendo honrar a los mártires
de la Revolución, escribí este pequeño artículo, con el único fin de que
conocer pasajes de la historia y algunas vivencias personales.
*E-mail: ingenieroemilio@hotmail.com
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